en el cabo de Gata desde el acantilado
eres tú la farera que enciende las estrellas.
¿Cómo pueden tus ojos ser dos dardos de fuego
que propagan las llamas hasta tantas distancias?
¿Es acaso tu lengua el relámpago-río
que electriza deseos y erosiona pasiones
cuando se abren los labios de tu boca oceánica?
Los pescadores cuentan al regresar al puerto
que el brillo de tu rostro hipnotiza a sus barcos,
que sus cuerpos bruñidos en tus ojos
se visten o desnudan
y es de día o de noche
cuando se abren o cierran las redes de tus párpados.
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