sábado, 9 de febrero de 2013

Anaconda (monólogo)

Yo soy una anaconda.
Me encuentro en el follaje de un pequeño afluente
que vierte al Orinoco.
Tú nadas en el río.
Te sumerges y emerges como pequeña ninfa
de una pitón gigante.
Te observo en movimiento.
Yo permanezco estática mirándote.
Tus ojos son el fuego con que enciendo mi boca.
Extraño tu figura diferente a mis presas.
Oh pez desconocido, enhebras la corriente con tu pelo dorado,
haces que yo me arrastre, serpentee en la sombra.
Mi longitud no alcanza para enroscar tu cuerpo,
ceñirme a tu cintura, anudar a tu pecho mis múltiples anillos.
Acércate a la orilla. Así veré quién eres.
Eres  hembra del hombre?
Yo no tengo costumbre de devorar sus presas,
pero tú me deslumbras con tus piernas y brazos.
Tienes múltiples miembros adheridos al tronco,
finas extremidades en los pies y las manos.

Quiero dormir  contigo en el lecho del río.
Deseo ser tu almohada.

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