sábado, 22 de febrero de 2014

ESTACIÓN DE PASO


Todas las tardes cuando ya anochece
siento en el pecho una estación de paso
con un banco de sangre gastado por la espera.

Cuando se acerca el tren de medianoche
veo una luz que en su interior se apaga
en un vagón que nunca abre las puertas.

Son los primeros días de verano
con un sabor a frutas inmaduras
y un olor aún reciente de primavera vieja.
La misma sensación que en el invierno
cuando el otoño cubre  su calvicie de anciano
de hojas amarillentas.

Subo al tren para estar cerca de ti en destino
por caminos de hierro inseparables,
brazos equidistantes y vi(d)as paralelas.

El tren entra en un túnel, agrandado la noche,
cuando pasa otro tren en dirección contraria
inundado de luz  en el vagón postrero
desde donde  me miras fugazmente
con tus ojos de estrella.

Desorientado no sé si voy o vengo,
si yo voy hacia ti o tú vienes a mi
sólo cuando te alejas.

Para el tren y me apeo.
Regreso hacia mí mismo solo.
Ahora es todo mi cuerpo
quien vuelve a ser una estación de paso
de inviernos y veranos
otoño y primavera.

Oculto entre la sangre, el virus de tu amor perdido
retorna a recorrerme entero
por el túnel circular de arritmias
de mis venas y arterias.



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