El
poema que me gustaría escribir
si
no estuviese escrito ya.
Abrió
la puerta y dibujó una flecha.
Estaban
esperando las palabras
al
pie de las dos manos,
pretéritas,
silentes, cerradas y orgullosas
como
una cicatriz.
LUIS
OROZ, poeta del instinto.
AMOR TEÑIDO EN ODIO
A veces
acontece
que amanece
más pronto que otros días.
Un poco soñoliento
me levanté pensando que un
siglo
no puede ser un año cien
veces repetido
y decidí olvidarte.
Cerré la cremallera de los dientes,
aislando así la lengua de los labios
y me quedé sin voz con tu silencio
esperando llegar hasta el ciego
y sordomudo abismo del olvido.
Sin ruido, sin rencor, sin amargura
imaginé que no podrías entrar
por las ventanas de mis poros abiertos
y agravar la pesadilla ingrávida
de mis celos ingenuos con un suave contacto.
Quise volver a mí ya sin tus olas
y recorrerme entero sin tu sangre.
Ay... qué pequeña eras ahora
en mi existencia propia conseguida
fuera ya de ese círculo que bordea
y envuelve el desengaño
Pero no, todo fue inútil. Sólo por un momento
fui como el grano de playa
que queriendo vivir en soledad la vida de ermitaño
se trasladó al desierto.
Llegué a mi mismo tarde.
Eras tú la que estaba
dentro de mí esperando.
Buscabas desde dentro ser otra vez
la voz de mi conciencia.
Manejarme como un juguete propio
enredando los hilos de mis nervios
narcotizar de nuevo mis sentidos.
Subirte a mi cabeza, enterrar mi memoria
para borrar la historia turbulenta
de tanto amor con otros compartido.
Cuando te conocí fuera
de mí en la atmósfera
tenías la forma
escultural de un ánfora,
adulterio del vino,
encarnación de amor en
pasión violenta,
distorsión del orgasmo
en las metáforas.
Pensabas que el amor
era un hombre sin nombre,
dibujado y ahogado en
la corriente de un río.
que las palabras son
sílabas difusas
que sólo tienen eco en
el grito, la cúpula del pecho
o el gemido.
Sentí la diferencia existente
entre estar dentro de mí y de ti
ocupando tu cuerpo con orgasmos ya secos
y vacíos.
No pude aguantar un sufrimiento más,
porque cuando quería ser únicamente mío
tú habías hecho bajo mi piel tu casa.
De esta forma invadido
hice acopio de fuerzas
en la estructura incorporal del alma.
Una congoja testicular atenazó mi vientre,
salió de sus entrañas ira
metalizada,
mi lengua perforó los dientes
colocando en los labios kilómetros de rabia;
abrí la boca como cráter de volcán rugiente
y te lancé fuera de mí como estrella fugaz
que perforó las nubes,
poniendo en la distancia
Precioso poema, Ángel, pleno de de sensibilidad y belleza. Gracias por la cita, no la merezco. Te he dejado un correo con información de un próximo recital en Madrid. Un abrazo, compañero.
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